viernes, 14 de mayo de 2010

PALABRAS DE SU SANTIDAD EL PAPA BENEDICTO XVI A LOS MONAGUILLOS


Queridos Monaguillos,

Estoy feliz que mi primera Audiencia después de las vacaciones en los Alpes sea con vosotros y los saludo con afecto a cada uno. Agradezco al Obispo Auxiliar de Basel Monseñor Martin Gächter por sus palabras al principio de la Audiencia y al Presidente del Coetus Internationalis Ministrantium por la bufanda, gracias a la cual ahora pertenezco a vosotros. Hace más de 70 años, en 1935 comencé como monaguillo.

Saludo cordialmente al Cardenal Christoph Schönborn, que ayer celebrara vuestra Santa Misa y a los numerosos Obispos y Sacerdotes procedentes de Alemania, Austria, Suiza y Hungría.

Los Apóstoles han sido “amigos” de Jesús, Él mismo les ha llamado de esta manera en la Última Cena, diciéndoles: “No os llamo ya siervos, sino amigos”. Han sido Apóstoles y testigos de Cristo porque eran amigos suyos, unidos a Él por una unión de amor vivificado por el Espíritu Santo”. Podemos entender en esta perspectiva el tema de vuestra peregrinación “Spiritus vivificat”.

Hoy os miro pensando en los Apóstoles y siento la voz de Jesús que os dice: “No os llamo siervos, sino amigos, permaneced en mi amor, y daréis mucho fruto”. ¡Escuchad esta voz! Escuchadla con gran disponibilidad, si os llama a daros sin reserva en el camino del sacerdocio. Escuchadla con confianza cualquiera que sea el camino de vuestra vocación, porque Cristo quiere establecer también con vosotros una unión de amistad, como ha hecho con Simón, que llamó Pedro, con Andrés, con Santiago, Juan y con los demás Apóstoles”.

Como “Apóstoles de Jesús!”. “Cuando participáis en la Liturgia desarrollando vuestro servicio en el altar, ofrecéis a todos un testimonio, vuestro recogimiento, vuestra devoción que parte del corazón y que se expresa en los gestos, en el canto, en las respuestas, todo esto es apostolado. Es un vínculo de amistad que tiene su fuente y culmen en la Eucaristía. Vosotros estáis muy cerca de Jesús Eucaristía, y ésta es la mayor señal de su amistad por vosotros”.

Llevad a todos el amor que recibís en la Liturgia, especialmente donde os percatéis que falta amor; precisamente allí, con la fuerza del Espíritu Santo, intentad llevar a Jesús. Así aquel Pan, que veis partir sobre el altar, será compartido y multiplicado, y vosotros, como los doce Apóstoles, ayudaréis a Jesús a distribuirlo en medio de la gente de hoy, en las distintas situaciones de la vida. Así, queridos monaguillos mis últimas palabras para vosotros son: sed siempre amigos y apóstoles de Jesús!”.

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